lunes, 2 de diciembre de 2013

La maldición de El Rey Unown

Esto me sucedió la Navidad pasada:
Serían alrededor de las once de la noche; mis padres no estaban en casa y no volverían hasta el siguiente día, pues estaban de fiesta en casa de mis abuelos. En circunstancias normales habría ido, pero me encontraba enfermo.
Así que allí estaba yo, solo en casa con 38° y medio de temperatura, viendo televisión, cuando de repente el timbre suena. Fui a ver quién era; no esperaba ninguna visita y me constaba que mis padres no podían ser, pues el pueblo de mis abuelos está a hora y media de donde yo vivo, y me habían llamado para avisarme que ya habían llegado hacía tan sólo un cuarto de hora. Vi por la mirilla para ver quién era, pero no había nadie. Supuse que sería un bromista borracho, algo nada raro en Nochebuena… Abrí la puerta para gritarle, pero cuando salí me encontré con un paquete en el rellano. ¡Vaya!, parecía que Papá Noel se había adelantado este año. No sé quién habría sido, pero en aquel momento me pareció una persona bastante generosa.
Metí el paquete en mi casa y lo abrí. Dentro de él había un sobre en el que aparecía escrito: “Quédatelo, ya no lo quiero”, y una copia de Pokémon Plata. Eso me pareció genial, pues tenía muy buenos recuerdos de aquel juego, y al mío se le había agotado la batería interna. Cogí mi viejo Gameboy Advance SP y comenzó mi viciada. Pero antes abrí el sobre para ver lo que había dentro. Había una nota con instrucciones a seguir. Aún el día de hoy la conservo junto con el juego, y dice así: “Hola, si estás leyendo esto es porque tienes mi juego, y ya que te lo he regalado, te pido por favor que lo continúes hasta el punto que te menciono en esta carta; luego puedes jugarlo libremente”.
“Bueno, ya que me lo has regalado”, pensé, “¿qué de menos puedo hacer por ti?”. Seguí leyendo:
“1º No empieces una nueva partida, continúa la mía. Tengo capturados a los tres perros legendarios, y le he entregado la GSBALL a César, así que en cuanto vayas a hablar con él podrás capturar a Celebi. Tengo capturados 248 pokémon; aparte de Celebi, me faltan Lugia y Ho-oh, por favor captúralos y completa la Pokédex”.
¡Joder! ¡Qué suerte! Me lo había servido en bandeja de plata. Lo cierto es que me hacía ilusión completar la Pokédex, así que me puse a ello. Continué el juego que ya había empezado su antiguo dueño y lo primero que hice fue revisar sus datos. El nombre del entrenador era SUSEJ —os contaré luego lo que significa, si no os habéis dado cuenta ya por vosotros mismos—. Mi equipo constaba de Houndoom, Lapras y Slowbro, a los niveles 66, 32 y 63, respectivamente, y un Sandshrew, un Abra y un Pidgey a niveles muy bajos, que seguramente los tenía para usar los MO. Tenía 16 medallas y el límite de dinero. Tiempo de juego 229:50, o por ahí, y el Pokégear marcaba poco más de las 11:50 p.m. del sábado, la misma hora y día de la semana que en las que estaba jugando. Luego de conocer mis datos, empecé a jugar. Primero capturé a Celebi, ya que nada más al empezar me encontraba en Pueblo Azalea, y era lo que me quedaba más cerca. Pensaba que sólo se podía capturar en la versión Cristal, pero bueno, hice todo el proceso: fui a hablar con César, recibí la GSBALL, luego fui al encinar, la deposité en el monumento al guardián del bosque y comenzó la batalla con Celebi. Me hizo mucha ilusión capturarlo, ya que sin un evento especial no se podía conseguir. Lo capturé después de un rato cuando me cansé de tirarle pokébolas normales y le lancé una Bola maestra —de tres que tenía—, y apareció el mensaje diciendo que había sido transferido al PC de Bill, a la caja de “Pandora”. Supuse que sería una broma. Para quien no lo sepa, la caja de Pandora es un mito, creo que griego, que relata que, de ser abierta la caja, saldrían de ella demonios y cosas así, y la raza humana estaría condenada. Sin darle demasiada importancia, ya que el nombre de las cajas se podía cambiar, continué y capturé a los otros dos legendarios que me quedaban. Fue fácil, como ya dije antes, tenía las Bolas maestras necesarias. Una vez capturados todos los legendarios, y con ello completada la Pokédex, retomé las instrucciones que me dejó el antiguo dueño:
“2º Ahora que has capturado a todos los legendarios, crea el siguiente equipo: Mew, Celebi, Ho-oh, Lugia, Suicune y Moltres. Espera a que el Pokégear marque las 3 a.m. para realizar el siguiente paso”.
Entonces era la una de la mañana en el juego, y como marcaba la misma hora que era en realidad, tuve que mantenerme despierto hasta las tres. No me importó, la pasaba bien jugando aquel juego. Fui a hablar con Oak, a ver qué me decía por la Pokédex, fui a Ciudad Azulona a reclamar el diploma que certificaba que había completado la Pokédex, derroté a Rojo, y eché un vistazo a las demás cajas. ¡El tipo había capturado incluso los cuatro MissingNo.!
Seguí haciendo tonterías así hasta que me percaté de que ya eran las 2:45 a.m. Entonces leí el siguiente paso:
“3º Cuando sean las 3 a.m., ve a las Ruinas Alfa, entra en la cámara principal y ve hasta la última estatua que hay siguiendo el pasillo hacia abajo. Enfrente de ella pon la Radio Unown, y habla con ella”.
Así lo hice, cogí el Magnetotren y desde Ciudad Trigal fui andando hacia mi destino, pues tenía tiempo de sobra. Cuando por fin llegué eran las 2:58, así que estuve dos minutos esperando enfrente de la estatua, ya con la Radio Unown puesta. Ese ruido me ponía bastante nervioso.
Apenas el Pokégear marcó las 3 a.m., hablé con la estatua. Emitió el ruido de un pokémon, pero no me sonaba a ninguno que conociese, y empezaron a salir cuadros de texto: “Mew ya no está”, seguido  del grito de Mew. “Celebi ya no está”, y su grito, y así sucesivamente hasta que nombraron a todos los pokémon de mi equipo. Al final salió otro cuadro de texto: “El sacrificio de tu Equipo ha permitido la liberación de El Rey Unown”.
Luego de que cerré el cuadro de texto la pantalla se volvió negra por unos dos segundos, y después apareció la página del Rey Unown en la Pokédex, que decía algo así: “Esta feroz bestia puede dormir durante siglos, y cuando despierta mata lo que sea para alimentarse”. No tenía ningún número, y su grito era el que había sonado antes. Era azul oscuro como los Unown, pero su forma sólo se parecía a ellos en la cabeza, en la que tenía tres cuernos, como si de una corona se tratase, y un solo ojo. A diferencia de los Unown, tenía cuerpo, patas y unos brazos que terminaban en pinzas, manchadas de rojo, imagino que simulando sangre.
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